cuentos infantiles

El león y el ratón

Una tarde muy calurosa, un león dormitaba en una cueva fría y oscura. Estaba a punto de dormirse del todo cuando un ratón se puso a corretear sobre su hocico. Con un rugido iracundo, el león levantó su pata y aplastó al ratón contra el suelo.
-¿Cómo te atreves a despertarme? -gruñó- Te-voy a espachurrar.
-Oh, por favor, por favor, perdóname
la vida -chilló el ratón atemorizado-Prometo ayudarte algún día si me dejas marchar.
-¿Quieres tomarme el pelo? -dijo el león-. ¿Cómo podría un ratoncillo birrioso como tú ayudar a un león grande y fuerte como yo?
El león y el ratón
El león y el ratón
Se echó a reír con ganas. Se reía tanto que en un descuido deslizó su pata y el ratón escapó.
Unos días más tarde el león salió de caza por la jungla. Estaba justamente pensando en su próxima comida cuando tropezó con una cuerda estirada en medio del sendero. Una red enorme se abatió sobre él y, pese a toda su fuerza, no consiguió liberarse. Cuanto más se removía y se revolvía, más se enredaba y más se tensaba la red en torno a él.
El león empezó a rugir tan fuerte que todos los animales le oían, pues sus rugidos llegaban hasta los mismos confines de la jungla. Uno de esos animales era el ratonállo, que se encontraba royendo un grano de maíz. Soltó inmediatamente el grano y corrió hasta el león.
—¡Oh, poderoso león! -chilló- Si me hicieras el favor de quedarte quieto un ratito, podría ayudarte a escapar.
El león se sentía ya tan exhausto que permaneció tumbado mirando cómo el ratón roía las cuerdas de la red. Apenas podía creerlo cuando, al cabo de un rato, se dio cuenta de que estaba libre.
-Me salvaste la vida, ratónenle —di¡o—. Nunca volveré a burlarme de las promesas hechas por los amigos pequeños.

Edades:

A partir de 4 años
El capitán BarbalechugaHabía una vez un capitán pirata al que todos llamaban Barbalechuga. En realidad, no tenía ninguna lechuga en la barba, ni tampoco tenía la barba de color verde. A este pirata le llamaban Barbalechuga porque era vegetariano y no había día que no comiera una o dos veces ensalada de lechuga.

Barbalechuga comía todo tipo de verduras y frutas, legumbres y tofu. Y siempre había muchos alimentos de estos en el barco, aunque los otros piratas preferían comer otras cosas como carne y pescado. Además, Barbalechuga también comía cereales, huevos y leche.

Los piratas de vez en cuando se burlaban de su capitán y le escondían el tofu y las legumbres para hacerlo rabiar. Pero le respetaban, porque aunque estaba un poco más flacucho de lo normal en un pirata, era un pirata valiente y fuerte.

Un día, sin saber cómo, la carne y el pescado en salazón de las despensas del barco desaparecieron, y no había manera de que los peces picaran el anzuelo.

Alguien había robado la comida a los piratas del Capitán Barbalechuga y había asustado a los peces. Y estaban en alta mar, sin viento para navegar.

- ¿Qué haremos ahora? -se lamentaban los piratas.

Estaban muy lejos de cualquier puerto, y sin viento, el barco no podía avanzar.
Barbalechuga les ofreció compartir su comida, pero los piratas dijeron que preferían seguir esperando a que algún pez picara. Mientras tanto, fueron comiendo cereales, huevos y leche, pero pronto se acabó.

Viendo a sus hombres cada vez más débiles, Barbalechuga decidió preparar él mismo algo de comer para todos usando sus verduras y legumbres. Cuando los piratas se encontraron con aquel festín, ni se lo pensaron. En un abrir y cerrar de ojos se lo comieron todo.

- ¡Uhm, qué bueno está esto! -decían mientras devoraban la comida.

Al día siguiente, Barbalechuga volvió a preparar la comida, y los piratas volvieron a comer con apetito, y enseguida recuperaron las fuerzas.

A los pocos días volvió el viento y pudieron navegar, por lo que emprendieron viaje al puerto más cercano para reponer víveres.

EEl capitán Barbalechugantonces, a alguien se le ocurrió preguntar:
- ¿Qué hemos estado comiendo estos días?
- La comida del Barbalechuga -respondió el capitán.
- ¿En serio? -dijeron los piratas, todos a la vez?
- Vaya, no era tan mala ¿verdad? -preguntó Barbalechuga.
- Carguemos más legumbres, frutas y verduras entonces! -dijeron los piratas.
- Un momento, ¿No os gustaron las hamburguesas? -dijo el capitán.
- ¡Nos encantaron! -dijeron los piratas.
- Pues vais a tener que cargar más tofu entonces -dijo el capitán.

Los piratas se miraron los unos a los otros, extrañados. Después de unos segundos, se echaron a reír y dijeron:
- ¡Más tofu!

Y así fue como los piratas del capitán Barbalechuga empezaron a comer de todo. Y, aunque no le quitaron el mote a su capitán, dejaron de burlarse de él.

De la comida robada nunca se supo nada, aunque hay quien piensa que fue el propio capitán quien la escondió, cansado de burlas sobre su forma de comer, para darles una lección. Pero eso, solo son rumores.

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